En un pueblo en las montañas la fiesta de san Francisco se acercaba. Por la noche del catorce de marzo se sacaría el san Francisco en una gran cesta de madera y encima su legendaria estatua, conocida como la más importante y valiosa del mundo. Llegó el día del acontecimiento, después de los bailes y canciones sacaron a san Francisco por el paseo, pero lo que no vieron era el agujero en el suelo y la estatua que creían rígida y duradera se cayó al suelo y se derrumbó.
Al caer se vio salir de la cesta un hombre alto y delgado vestido como san Francisco. Al ver esto, todos se pusieron a gritar y a tirar tomates, el señor se fue corriendo hasta que le pilló la policía local. Le interrogaron y su razón por el robo fue que era supervalioso el original y había intentado robarlo. A él se le encarceló, pero, desafortunadamente, nunca se encontró la estatua. Desde entonces, el día se llamó “la pérdida del Santo” y ahora se usa una copia barata de la imagen, para evitar que vuelva a pasar.
Cuento original: "El santo apolillado".
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