Érase una vez, en Japón, una familia extranjera española de viaje durante las navidades en una casa rentada. La noche de Nochebuena, la familia estaba preparando para la cena familiar. Los niños estaban jugando y los mayores estaban preparando la mesa. Cuando llamaron a todos a la mesa y la abuela sirvió garbanzos a todos en la mesa, el hijo menor, llamado Antonio, se metió una cucharada en la boca, una cucharada llena de garbanzos y se quemó la boca. En ese momento, la abuela lo vio y le dijo “pero sopla bestia, no te la metas directa a la boca cuando está que quema, espera un poco o sopla”.
Cuento original: "Sopla"
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