El pez de diamante- E40

Unos meses después de que el pobre viejo se hubiera empobrecido porque su mujer había abusado del poder del pez de oro, el viejo fue andado desde su casa en el bosque hasta la orilla del mar para pescar comida para su mujer y para él, pues estaban hambrientos. Al llegar a la playa, el viejo tiró su caña de pescar y esperó hasta que él atrapara algo para comer. Tras una larga espera, algo mordió el anzuelo y cuando el viejo fue a por la caña de pescar y, de repente, el pez salió del agua hacia el viejo. Él, al ser asustado por el pez, saltó hacia atrás y se dio en la cabeza con una palmera. Cuando el viejo se despertó de su sueño poco esperado, miró a su alrededor y se encontró con el pez que le había hecho saltar. El viejo, algo molesto, le preguntó al pez: 

—¿Es que vas a echar a volar o solo querías saltar y darme en la cara? 

El pez se disculpó y le preguntó si lo reconocía y el viejo le dijo: 

—No, pero creo que he conocido a tu hermano, el pez de oro.  

El pez resaltó y le dijo al viejo: 

—Pues seguro que eso ha acabado mal porque mi hermano no ayuda a los humanos, a menos que sean realmente personas humildes y buenas.  

El viejo le respondió: 

—Bueno, no sé si seré eso, pero pobre sí lo soy y la verdad es que pensaba que tu hermano me ayudaría, pero ha resultado que he quedado más o menos igual. Mi mujer se pasó y terminó tirándolo todo a la basura con su avaricia. 

El pez, al ver la humildad del viejo, le dijo: 

—Mira viejo, yo noto que usted es un hombre de honor y de humildad, si usted consigue convertir a su mujer en una persona humilde y amorosa le otorgaré un deseo. 

El viejo se quedó con la boca abierta y le dijo: 

—Muchas gracias, pez de diamante. Espero realmente que pueda hacerlo no por el deseo sino por su bien.  

El viejo se despidió y fue andando hacia su casa. Al llegar a su casa, él le contó lo que había hecho y que había hablado con el hermano del pez de oro. Al decírselo, la vieja de nuevo le llamó tonto a su esposo y le dijo de atrapar al pez de diamante, pero el viejo le dijo que ella no se daba cuenta de que con esa misma avaricia que tenía, había perdido todo lo que habían ganado antes. La vieja le dijo: 

—¡No, o lo atrapamos o te dejo! 

Y luego le pegó al viejo... Al darse cuenta la vieja de lo que había hecho, ella esperó que el viejo le devolviera los golpes, pero en vez de molestarse le dijo: 

—Yo entiendo tu molestia, porque esa es la manera en la cual tú ves la vida, pero yo te amo y te digo que es mejor hacerles bien a las personas, porque después ese mismo bien volverá a ti.  

Al ver el amor y la amabilidad de su esposo, ella se quedó sorprendida, sin perspectiva, que nunca había visto y fue cambiando para bien hasta que, tres meses después de ese día que había marcado el cambio para la mujer del viejo. Ya se podía ver cuánto se había fortalecido su relación, ambos pudieron encontrar trabajo y comprarse una casita cómoda y limpia. En ese momento, la mujer le dijo a su marido:  

—Amor, yo creo que ya es tiempo de visitar al pez de diamante de nuevo.  

El viejo estuvo de acuerdo y fueron juntos al mar a buscar el pez. Lo llamaron y el pez diamante vino con su hermano el pez de oro, la vieja se disculpó con el pez de oro por su avaricia del pasado y él la perdonó, pero quiso hacerle un examen. Le dijo a su hermano, el pez de diamante, que le pidiera que formulara un deseo y que se lo concediera solo si este era bueno. El viejo y su mujer pidieron como deseo el perdón del pez. Los peces como vieron que realmente habían caminado les dijeron: 

—Bien, realmente habéis cambiado, os perdono. 

Entre los dos hermanos les dijeron al viejo y su mujer: 

—Por su amabilidad y humildad, os daremos otro deseo.  

El viejo y su mujer lo pidieron: 

—Deseamos tener un hijo. 

Al día siguiente, se despertó el viejo al lado de su mujer y ella tenía al hijo de ambos en brazos. Al viejo se le escapó una lágrima viendo que había alcanzado un gran tesoro: el amor familiar.


Cuento original: "El pez de oro".

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