Un día, al lado de un bosque, vivía un hombre llamado Alí Baba. Era muy malo y tenía tres esposas. Una de ellas, Nabila, que era la más maja, se casó por obligación con Ali Baba. Ali Baba tenía dos hijas y un hijo. Las otras esposas de Ali Baba odiaban a Nabila porque tenía un hijo.
Por la mañana, en el bosque, un hombre estaba de camino al mercado, cuando al pasar por el castillo de Ali Baba, lo vio con dos hombres que tenían pinta de ladrones. Llevaban unas bolsas muy grandes y las metieron en una habitación que tenían al lado del castillo. Cada vez que el hombre pasaba por allí, los volvía a ver. Pasó el tiempo, y cuando el hombre pasó por allí, vio a Nabila y le preguntó si conocía al hombre del castillo y le contó lo que había visto. Nabila entró en la habitación y se quedó con la boca abierta. Al abrir la puerta, vio mucho oro y diamantes. Nabila escuchó ruidos y se escondió detrás de una gran bolsa. Después, entró Ali Babá con los dos hombres.
— Qué poca cantidad habéis traído hoy—dijo Ali Baba.
— Es que no había mucha gente rica en el mercado— le respondió el primer hombre con voz sonora.
— Tenemos que salir a pillar más cosas—dijo el segundo hombre.
Nabila lo escuchó todo. Después de esto, intentó que todo saliera a la luz, que se supiera de dónde sacaba Ali Baba el dinero. Al día siguiente, habló con Alí Baba y le dijo que tenía que montar una fiesta para invitar al alcalde, a sus amigos y a todo el pueblo. A Alí Baba le gustó la idea. El domingo, en la fiesta, cuando estaba allí todo el pueblo, Nabila se levantó y contó todo delante de todos. A Alí Baba, al final, se lo llevaron a la cárcel y ahora Nabila es la que se encarga del castillo y vive feliz con su hijo.
Cuento original: "Ali Baba y los cuarenta ladrones"
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